domingo, 4 de abril de 2010

Fernández Iglesias: "Vivimos en una sociedad discapacitada"

José Luis Fernández Iglesias no es un héroe ni una víctima aunque muchos se empeñen en atribuirle estos adjetivos. Su discapacidad le ha hecho más fuerte y posiblemente mejor persona; le ha hecho darse cuenta de que la sociedad necesita un cambio radical. Desde que en 1999 fundara ADIMECO, la Asociación de Discapacidad y Medios de Comunicación, comenzó su lucha por el correcto tratamiento informativo de este tema. Recientemente ha recibido un premio de la Asociación Almeriense de Asociaciones de Minusválidos (FAAM) – un término que intenta cambiar por “discapacitado” – y con el que suma nueve reconocimientos a su trabajo en el ámbito de la comunicación. Hace unos meses que pasó por Getafe para tratar el tema de las discapacidad en los Medios de Comunicación con los alumnos de la Universidad Carlos III.

P: En 1954 sufrió la poliomielitis que le afecta a la hora de andar, ¿qué ha cambiado desde entonces?
R: Aquella era una España muy pobre, dictatorial y ahora vivimos en una España perteneciente al primer mundo con un nivel cultural más elevado. Ahora la discapacidad va emergiendo poco a poco y formamos una sociedad más tolerante, culta y por tanto más comprensiva hacia la diversidad.

P: Una España de primera donde hay ciudadanos de tercera, ¿no cree?
R: Sin lugar a dudas. Pero hace 15 o 20 años, todavía había gente que pensaba que las personas con discapacidad eran un castigo divino. Se trata de una mentalidad histórica que viene desde hace siglos. Esto ha evitado que no hayamos podido tener una mínima posibilidad en ningún ámbito de la Historia. Sin embargo la Historia está llena de sabios, científicos y artistas con discapacidad.

P: Y parecen invisibles, ¿por qué?
R: No son invisibles. Lo que ocurre es que ha podido más su valía que su discapacidad. Hay mucha gente que conoce a alguien y a los diez minutos se les ha olvidado que tienen discapacidad. En mi caso, como nunca me han visto aparentemente como una persona con discapacidad – de pobrecito o con lloriqueos, como la gente suele imaginarse – se olvidan completamente.

P: ¿Pero alguna vez ha llorado de rabia?
R: Soy un llorón. Cuando tengo que llorar lo hago, pero nunca he llorado por rabia porque yo enseguida me defiendo. Cuando algo me produce rabia lo que hago es ir contra eso. Lloro por tristeza, por congoja, por dolor ajeno pero no por rabia. Tengo dos lemas: “Esto no está hecho para cobardes” y “los problemas están para resolverlos”.

P: Dos lemas que definen su fuerza interior. ¿Le ha podido hacer rebelde esta energía?
R: Yo creo que hubiera sido rebelde en cualquier caso. Mi rebeldía no tiene nada que ver con la discapacidad: nací rebelde y moriré rebelde. Además tengo un punto provocador, nunca me callo. Con los años estoy siendo menos combativo pero la rebeldía es genética. Es probable que la discapacidad me haya dado más motivos para ser rebelde: he vivido experiencias que no han tenido mucha gente de mi generación.

P: ¿Cómo qué?
R: Pues desde viajar por medio mundo a la intemperie superando todos los obstáculos que había hasta irme a vivir con mi mujer sin casarme cuando eso no era pecado sino un estigma.

P: Puede que muchos sólo vean en usted su discapacidad, pero me consta que tiene muchas capacidades…
R: Esta mal que hable de ello, pero tengo capacidades obvias: tengo capacidad para trabajar, para ser útil, para amar, para criar hijos, tengo capacidad para tener amigos, dar y recibir afecto…

P: Según su opinión, la discapacidad en los medios no está bien tratada. ¿Cuál es la labor de ADIMECO y de DISMEC?
R: Lo que buscamos es influir en el tratamiento de la discapacidad en los medios. Los periodistas pertenecen a la sociedad con todos sus prejuicios y miradas positivas o negativas hacia las cosas. Por esto, el tratamiento de la discapacidad se debe enseñar en todas las facultades de ciencias de la información y los libros de estilo de todos los medios de comunicación deberían abordar el lenguaje que se refiere a la discapacidad. Dos cosas que no suelen hacerse.

P: Es evidente que se cometen errores garrafales en los medios como utilizar términos del tipo “minusválido” o “inválido”…
R: Estamos viviendo en una sociedad discapacitada y ese es el problema que tenemos las personas con discapacidad…una sociedad que no es capaz de entender que la sociedad diversa es otra cosa y no como está concebida. Hay gente que no nos mira bien, hay otra parte que nos mira bien y pecan de conmiseración porque no saben cómo tratarnos porque tienen miedo a hacerte daño. Se piensan que estamos mejor entre algodones y es mentira, necesitamos darnos los palos como todo el mundo.

P: En este sentido, ¿se siente “menos válido”?
R: No, en absoluto. Mi gran activo es la voz y yo me he ganado la vida siempre con ella: cuando no he trabajado de comercial he estado detrás de los micrófonos. También he chupado mucho paro y descubrí hace tiempo que yo no me podía sentir un fracasado por estar parado ni “un figura” por estar en primera línea: desde pequeño intuí que todo era relativo y no me rendí cuando me ha ido laboralmente mal en la vida.

P: Esto en ámbito laboral, ¿pero en la vida familiar cómo le va?
R: Genial. Tengo una mujer que es un lujo, tres hijos maravillosos. Llevo 28 años con ella así que es evidente que nos va bien. Ha sido una vida bastante plena, he tenido mucha suerte.

P: Me ha dicho que ha hecho lo que ha querido ¿le queda algo por hacer?
R: Yo no miro para atrás ni con nostalgia ni con amargura. No me queda nada por hacer, lo que sí me queda es enfrentarme a un futuro que no va a ser fácil: asumir el deterioro de la discapacidad, la vejez y la dependencia. Teniendo inteligencia y un entorno afectivo estable todo se puede superar.

P: ¿Tiene miedo?
R: Por momentos sí. Pero el miedo es lo peor que puede haber, el gran enemigo de la humanidad. El miedo paraliza, te puede convertir en un monstruo.

P: Si le digo que la utopía sirve para caminar o, en este caso, deslizarse ¿qué responde?
R: La utopía siempre ha servido para acercarse a ella. Sin embargo, este término nunca puede usarse como justificación para abandonar, todo lo contrario: debe servir para luchar por algo. Cuando no queden más utopías tendremos que crear otras. Las personas con discapacidad tenemos que ser conscientes de nuestra fuerza como colectivo y de la capacidad que tenemos como tal.


http://www.getafehoy.es/fernandez-iglesias-vivimos-en-una-sociedad-discapacitada--vp3074.html

http://www.joseluisfernandeziglesias.com/

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