domingo, 4 de abril de 2010

La mirada


Los ojos juegan un papel muy importante en
nuestras relaciones sociales, familiares, afectivas,
etc. Unamirada lo puede decir todo: desprecio,
admiración, tristeza, cariño, deseo,amor, odio,
pena o rechazo. Los ojos pueden hablar, y todos
podemos observar y ser observados, incluso escrutados,
y en esos ojos se pueden descubrir intenciones
o pensamientos. En esas miradas suele
haber valoración, con todos los componentes culturales,
de prejuicios e ideas preconcebidas que tiene
el sujeto y que condiciona la forma de mirar a cada persona
o cosa.
Si observamos en cualquier lugar concurrido veremos
al mirón, al exhibicionista, al tímido, al que va
imbuido en sus pensamientos, al desgraciado, al
provocador,…; también veremos al inmigrante subsahariano
que, en la calle, nunca mira a los ojos de
la gente, seguramente para evitar ser malinterpretado;
o a muchas mujeres que evitan la mirada a los ojos
del varón con el que se cruzan por el mismo motivo
que en el caso anterior.
¿Y las personas con discapacidad? Pues somos expertos
en detectar miradas conmiserativas, escrutadoras,
de solidaridad, de incomprensión, de sorpresa,
de desconcierto, protectoras, de extrañeza,
de curiosidad, de descaro, de miedo, … Somos,
sobre todo los que tenemos discapacidades evidentes
el blanco permanente de miradas de todo tipo. Y
nos defendemos como podemos: yo devuelvo la
mirada con descaro, pero conozco a otros que guiñan
un ojo, otros hacen como que no ven al observador
y al momento le hacen una mueca inesperada o,
sencillamente, ignoran al mirón. Son respuestas a
un comportamiento que puede resultar tremendamente
molesto, incluso violento, y que responde a la evidencia
de nuestro hecho diferencial. Sí, somos diferentes,
provocamos curiosidad y distintos tipos de sensaciones
en la gente que no ha tenido contacto habitual
con personas con discapacidad.
Es curioso observar que no todas lasmiradas son iguales:
a mí me miran diferente si voy con muletas o si
me muevo en silla de ruedas; en el primer caso todo
resulta menos agresivo que en el segundo. Recuerdo
un reportaje que hicimos en la radio hace un tiempo,
donde una periodista sin discapacidad se paseó
toda una mañana por Madrid en silla de ruedas. Una
de las experiencias que más le impacto fue la mirada
de la gente. Se sintió observada en todo momento
y, por supuesto, no le resultó cómodo.
Podría acabar este artículo diciendo que no nos queda
más remedio que seguir soportando estoicamente
las miradas insanas del prójimo, pero no, debemos
aceptarlas como mera curiosidad, entendiendo
además que, sencillamente, la discapacidad está en
la mirada de ese prójimo.
Jose Luis Fernández Iglesias

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